La reclamación va un paso más allá de la queja. Supone que el paciente muestra su descontento por lo que entiende la vulneración de sus derechos. El paciente no sólo espera una explicación por parte de la organización y de los profesionales, sino que se le preste el servicio que está demandando o incluso, que se le indemnice por los potenciales perjuicios a los que puede verse sometido.
El gestor sanitario debe jugar un rol como agente de cambio. Como agentes de cambio debemos adaptar nuestro liderazgo a cada una de las fases de la curva del cambio y especialmente a los momentos en los que se encuentre cada persona.
Las organizaciones de servicio son todas aquellas en las que su producto es un intangible, en el caso de las organizaciones sanitarias el producto es la salud, su recuperación o mantenimiento. La calidad en la atención hospitalaria en nuestro país no es en sí mismo un diferencial competitivo como puede suponer en otros entornos sanitarios. Esto es así por nuestra concepción del producto sanitario como un servicio público, sin un componente rival.
La curva del cambio es un modelo esencial para entender y saber gestionar el proceso de cambio en las organizaciones sanitarias. En todos los cambios pasamos por cuatro etapas El shock o negación es la primera reacción ante un cambio, nuestros colaboradores estarán en shock y a continuación es posible que se nieguen que el cambio esté sucediendo
Para conocer las necesidades de los pacientes, nuestros clientes, debemos centrarnos en conocer sus necesidades tanto las percibidas como las reales. La investigación señala que el mejor camino para realizar una atención de calidad es conocer las necesidades del paciente, y de manera fundamental las implícitas, es decir, aquellas que habitualmente no se manifiestan. Por tanto, una organización sanitaria debe centrar sus esfuerzos en descubrir los puntos de vista y la experiencia de cada uno de nuestros pacientes al entrar en contacto con la organización sanitaria.